Incluido en octubre de 2021
Los antisépticos son sustancias químicas que, aplicadas de forma tópica sobre tejidos vivos como la piel intacta, las mucosas o las heridas, reducen (o eliminan por completo) la población de microorganismos vivos en dichos tejidos sin afectarlos.
Tenemos a nuestra disposición diferentes tipos de antisépticos. Los más empleados en la práctica clínica habitual son los alcoholes, los compuestos yodados, el peróxido de hidrogeno y la clorhexidina.
A la hora elegir por uno u otro, debemos tener en cuenta sus características: su espectro actividad antimicrobiana, su indicación aprobada, su inicio de actividad o latencia, su efecto residual, su toxicidad, sus advertencias y contraindicaciones (Incluyendo las posibles interferencias de la presencia de material orgánico en la actividad del antiséptico, sus efectos secundarios, su compatibilidad con otros antisépticos) y su seguridad general.
Los antisépticos desempeñan papel importante en la prevención de la infección asociada a los cuidados sanitarios. Es necesario conocer sus características diferenciales (especialmente espectro, latencia y efecto residual) para emplear el más adecuado, y en el modo más adecuado, en cada situación.
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